A partir de una fecha que ya quedó inscrita en la historia de Chile, el “estallido social” del 18 de octubre de 2019, comenzó un enorme movimiento social al que yo personalmente suelo referirme como “movimiento por la dignidad”, por ser ésta una palabra que se ha vuelto clave en la discusión pública. Desde entonces hemos tenido protestas masivas y violenta represión por parte del estado. Las razones de la protesta son muchas, pero decantan en el reconocimiento de que nos regula un sistema que favorece los intereses económicos de los grupos privilegiados por sobre los derechos, la seguridad social y el respeto al medio ambiente. Ya que el problema es sistémico, a partir de esto se instala la petición central de una nueva constitución, escrita en forma democrática, que reemplace a la escrita durante la dictadura de Pinochet. En pocos días será el plebiscito que decidirá el camino a la nueva constitución.
Desde los primeros días me involucré de distintas formas en el movimiento. Al principio fui a Plaza Ñuñoa a protestar, y después a la marcha en la más transversal ex Plaza Italia, hoy rebautizada como Plaza de la Dignidad por los manifestantes.
Después empecé a participar en una asamblea territorial que se reúne cerca de mi barrio. Hoy ya no sigo frecuentándome con ellos, pero el tiempo en que estuve involucrado me llevó a contribuir a la organización de diversas actividades más allá de las protestas, como charlas (en físico y en línea), campañas, y shows de música y teatro.
Tratando de darle uso a mis habilidades, improvisé logos y gráfica de difusión para proyecciones de películas, tocatas y otros tipos de evento; también gráfica informativa relativa a la pandemia del Covid-19, además de algo de desarrollo web y gestión de datos. En otras ocasiones me ví obligado a improvisar, como cuando actué como coordinador de un evento musical, que necesitó un considerable esfuerzo por parte de las cuatro organizaciones territoriales involucradas. Participaron tres actos musicales, incluídos los populares Santiago del Nuevo Extremo, que nos regalaron su presencia.
Fue un año que me trajo muchas oportunidades para aprender, tanto de las actividades en las que participé como de las muchas y diversas personas que tuve la suerte de conocer. Este mes se celebran el primer aniversario del “despertar de Chile” y un plebiscito que apunta a una nueva constitución, durante una primavera que devuelve al movimiento el calor que se llevó la pandemia. Los chilenos seguimos encontrando nuevas formas de luchar por nuestros derechos, y de participar en una ahora sí cada vez más digna democracia.
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